EL ENTE
Hoy, no me dormiré. Te esperaré despierta, con la única ropa que quieres, que lleve puesta; mi piel.
He encendido la calefacción, porque al contrario que tú, yo sí que siento el frío.
Los vidrios de las ventanas se empañan, y afuera, cae agua nieve. Boca abajo, tendida sobre la cama, espero sentirte en breve…
Recuerdo el sábado de la semana anterior. No contaba contigo; ese día, no había tenido tiempo para coger la ouija y decirte el camino.
No debí de cerrar bien la sesión de la tarde y decidiste venir sin invitación. Sabías, que no me molestaría.
Esa noche, bajo el edredón dormía, cuando sentí que se deslizaba, y arrugado, a los pies de la cama se quedaba.
Sentí tu peso, pero no te veía. También me pareció percibir tu aliento a menta entre mis labios. ¿Sabes que guardo, desde hace mucho, un paquete de tus caramelos?
Con los brazos tendidos a lo largo de mi cuerpo, me dejé hacer. Si no te veía, ¿dónde me podría coger?
No sentí frío, tú sobre mí; ardías. Poco después, mi interior, también lo hacía. Me entregué como siempre en vida, llorando a la vez, porque tú, ya no la tenías.
Maldito accidente. Lo estoy recordando en una duermevela, y oigo la puerta. Casi me había dormido, y un aire frío, eriza mi piel poniéndome alerta.
Se abre de par en par y supongo que entras, el frío se hace notar, la sensación de calor en la habitación, desaparece. Me giro, y no te veo; no te huelo, ni te puedo tocar ni saborear. Tampoco te oigo, pero te comienzo a sentir. Imagino sobre mi cuello, que de verdad puedes respirar. Odio no poder acariciarte, sentirme como una muñeca de trapo. Se me quita el frío, el calor fluye dentro mío, y mis sentidos se ponen tan alerta, que pienso que estás vivo.
Creo verte como una sombra, percibo tu hedor; en vez de tu aliento a menta, saboreo tu sangre y hasta escucho tu voz. Alzo mi mano, quiero tocarte el rostro, pero traspasa la neblina. Ahí, vuelvo a llorar y mis sentidos retornan a la normalidad. Ya no te huelo, ni te veo, ni te escucho, ni te oigo... Ni te siento.
Al menos, podías haber cerrado la puerta al salir. En la habitación, hace frío.
He encendido la calefacción, porque al contrario que tú, yo sí que siento el frío.
Los vidrios de las ventanas se empañan, y afuera, cae agua nieve. Boca abajo, tendida sobre la cama, espero sentirte en breve…
Recuerdo el sábado de la semana anterior. No contaba contigo; ese día, no había tenido tiempo para coger la ouija y decirte el camino.
No debí de cerrar bien la sesión de la tarde y decidiste venir sin invitación. Sabías, que no me molestaría.
Esa noche, bajo el edredón dormía, cuando sentí que se deslizaba, y arrugado, a los pies de la cama se quedaba.
Sentí tu peso, pero no te veía. También me pareció percibir tu aliento a menta entre mis labios. ¿Sabes que guardo, desde hace mucho, un paquete de tus caramelos?
Con los brazos tendidos a lo largo de mi cuerpo, me dejé hacer. Si no te veía, ¿dónde me podría coger?
No sentí frío, tú sobre mí; ardías. Poco después, mi interior, también lo hacía. Me entregué como siempre en vida, llorando a la vez, porque tú, ya no la tenías.
Maldito accidente. Lo estoy recordando en una duermevela, y oigo la puerta. Casi me había dormido, y un aire frío, eriza mi piel poniéndome alerta.
Se abre de par en par y supongo que entras, el frío se hace notar, la sensación de calor en la habitación, desaparece. Me giro, y no te veo; no te huelo, ni te puedo tocar ni saborear. Tampoco te oigo, pero te comienzo a sentir. Imagino sobre mi cuello, que de verdad puedes respirar. Odio no poder acariciarte, sentirme como una muñeca de trapo. Se me quita el frío, el calor fluye dentro mío, y mis sentidos se ponen tan alerta, que pienso que estás vivo.
Creo verte como una sombra, percibo tu hedor; en vez de tu aliento a menta, saboreo tu sangre y hasta escucho tu voz. Alzo mi mano, quiero tocarte el rostro, pero traspasa la neblina. Ahí, vuelvo a llorar y mis sentidos retornan a la normalidad. Ya no te huelo, ni te veo, ni te escucho, ni te oigo... Ni te siento.
Al menos, podías haber cerrado la puerta al salir. En la habitación, hace frío.
Una gatita maravillosa😍😍😍... Me encantó su historia, y su manera de contarla😊🤗
ResponderEliminarMi Mina... Gracias, Noël, y disculpa por la des- moderación.
Eliminar