NOVELISTA. AUTORA AUTOPUBLICADA.


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Alex Florentine

LA MUJER...DE LA RECTA...



 


Avanzamos despacio, hacia las luces de la desierta ciudad. Ahí delante no hay nada y sin embargo, las huellas de vehículos, son recientes.
Hace más de diez minutos que no hemos visto a nadie. ¿Cómo es posible, que haya huellas de neumáticos en la carretera si acaba de granizar?
Abro la ventanilla, y afuera no se oye nada. Como si me hubiera metido hasta el cerebro unos protectores auriculares. Todo está en calma, una calma extraña.
Son las dos de la mañana, enero, regresamos de la sencilla boda de unos amigos.
Es viernes y estamos cansados. Un poco más abajo, está el desvío para llegar a nuestra casa. Bajo la mirada hacia el móvil después de hacer la foto; me encanta la nieve.
Cuando la subo, el aparato cae sobre mi regazo porque mis manos se han quedado sin fuerza.
Las manos de mi marido agarran fuerte el volante, y sus pies se van al embrague y al freno.
Nos miramos, con los ojos como platos y con las bocas abiertas. Nos preguntamos, sin hablar, si los dos estamos viendo lo mismo.
Creo, que sí.
Nuestras cabezas se giran hacia adelante, bajamos los seguros del coche y él pone la marcha atrás. Un pie en el acelerador, levanta el del embrague... Y el coche no obedece. Bajo la vista hacia los pedales, niego con la cabeza. Tampoco hay tanta nieve como para que el coche patine.
Vuelvo a mirar hacia adelante. Ella está más cerca...
A través de su vestido, negro, ¿qué digo negro? Es como un tul transparente... Y a través de él, la carretera sigue. Donde debieran estar sus ojos, tiene dos cuencas oscuras, su nariz es chata, sus labios inexistentes y sus dientes puntiagudos. Lo único claro en la monstruosidad, es su cabello; larguísimo y canoso.
—¿A los muertos les crecen el pelo y las uñas?
Escucho la pregunta de mi marido; un susurro...
El ser se tira encima del capó y comienza a arañarlo con las uñas, intentando subir. Está mojado y no puede. Mi mente, con cierta sorna se pregunta cómo es que resbala si es un espectro…
Son como cuchillas sobre piedra, el ruido es insoportable. Pienso en el coche.... Menos mal que es viejo, pero a ver, qué decimos cuando lo mandemos pintar. Si es que lo hacemos…
Mi marido pone primera, el freno de mano, pisa el embrague y pone el pie en el acelerador. Me mira y afirmo. Levanta el pie del acelerador hasta casi quedarse en el aire, el embrague arriba, el coche quiere salir, sus caballos retumban. Pone la mano en el freno de mano, pulsa y lo baja. El coche, al fin, sale disparado. Pero la nieve recién caída evita que las ruedas agarren al asfalto y va para donde quiere.
La mujer desaparece. El coche está descontrolado... Nos vamos a un lado…
Un bocinazo me despierta. Él aún duerme. Elevo el asiento. La carretera está bastante bien gracias a los camiones de transporte que hacen su turno antes de que las grandes superficies abran sus puertas. Quedan dos horas para que amanezca. Hicimos bien en pararnos cuando comenzó la tormenta. Hubiera sido peligroso ir solos por la carretera.

2 comentarios:

  1. Genial😊... Sobre todo cuando un espectro se lanza sobre el capó, y la protagonista preguntándose que van a decir en el taller... Me ha encantado 😊🤗

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