NOVELISTA. AUTORA AUTOPUBLICADA.


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Alex Florentine

SELECCIÓN NATURAL



 

Me duelen los pies, cada vez debo de alejarme más de la zona segura. Caminar de sol a sol, cuando los depredadores son visibles para mis ojos.
Los coches no tienen combustible. Y yo, ya no encuentro ninguno.
Hoy, llueve. Una maldita oscuridad a media tarde ha sumido mi persona en tinieblas.
¿Cómo sé que estoy solo?
¿Cómo saber quién me vigila?
Solo he podido llegar un poco más lejos que la última vez. Mis pies escuecen, la loneta de los zapatos está granate a causa de la sangre que brota de mis destrozados dedos. Ya no tengo antisépticos, casi ni alcohol. Ya no sé si bebérmelo o reservarlo para las heridas.
¿Cómo acabaré mis días?
¿Loco?
¿Tullido?
Mi «huerta urbana» sufre una plaga y tampoco tengo insecticidas.
Los animales son salvajes. Los perros tienen la rabia, los gatos son agresivos como el más fiero león. Arriesgarse a ser mordido o arañado supondría la extinción de la raza humana.
Pero tengo que buscar munición.
Porque tengo que comer. Aunque me transmitan algo. Menos mal, que el fuego y el humano se conocen hace más de millón y medio de años.
Estoy famélico, grisáceo, necesitaría algún tipo de medicamento tipo corticoide, pero ya no hay. No queda. Y algún antibiótico. Solo tengo unas pocas pastillas que se deshacen a causa de la humedad.
¿Qué coño va a quedar medicamento alguno después de cinco años?
Hace esos años que la mayoría de la población pensó que el virus no sería para tanto.
En un principio, pudimos convivir con él, pero se replicó y mutó. Todo fue similar a la astucia digna del mejor protagonista con inteligencia artificial de algún libro de ciencia ficción. Se transmitió entre especies dando lugar a que no se pudiera luchar contra él.
Solo quedó la selección natural descrita por Darwin.
¿Soy el nuevo origen?

Gracias por venir. Abrazo.

Imagen: Pexels (Joao Cabral)


 

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