NOVELISTA. AUTORA AUTOPUBLICADA.


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Alex Florentine

ACCIDENTES


 



Allí estaba, sujetando con fuerza el volante, y con las uñas clavándose en las palmas de sus manos, aguantando la respiración. Estaban a punto de aparecer las luces, era la hora. Todos los días pasaba por allí para volver a casa, al anochecer. Pero ese día no iba a regresar; no iba a volver a ponerle una mano encima.
Arrancó el coche y sin luces, aceleró. Las revoluciones subían, el volante vibraba y el pedal, más no bajaba. Seguía por su carril, cogiendo velocidad. En el contrario apareció un haz de luz; su coche. Este no venía rápido. Volver a casa era un suplicio, le había dicho en más de una ocasión, y bebía para soportarlo. Después, lo pagaba con ellos. Dio un volantazo y cambió de carril, encendió las luces y se le echó encima. Se escuchó un estruendo enorme. Vidrios hechos añicos y metales retorcidos en perfecta simbiosis. Después, el silencio. Solo un gotear de aceite, gasolina, agua y sangre.

Foto: Melodiustenor en Pixabay.

CAPERUCITA


 



Marianela, recuerda la última conversación con su madre. Era una tarde con mucha niebla e iban, como casi todos los días, a casa de la abuela a llevarle comida. Atravesaban el bosque que separaba una casa de la otra porque era más rápido. Ir por la carretera era dar muchas vueltas. Siempre contaban con volver cuando aún hubiera luz. En caso contrario, su madre decía que era peligroso. No sabía cuánto.

—Mami, porfa, me quiero quedar con el lobo. Llevémoslo a casa...

—No podemos, Marianela, es un animal salvaje.

—Pero mamá, está aquí a mi lado y no hace nada. Además, es pequeño, podríamos criarlo...

—He dicho que no; y levántate de ahí, que vas a teñir tu vestido blanco.

—Me da igual. —Marianela se cruzó de brazos y arrugó la nariz—. Si no me dejas, yo... Yo...

—Tú, ¿qué?

La niña se levantó y  miró al animal.

—Lo siento, ya te dije que mamá no nos iba a dejar estar juntos...


Minutos más tarde, una niña buscaba salir del bosque junto a un hermoso lobo. Su madre había tenido razón y su vestido se había teñido; de rojo.

Foto: Eagle_Arts en Pixabay.