NOVELISTA. AUTORA AUTOPUBLICADA.


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Alex Florentine

POR UNA SOMBRILLA


 

La familia García estaba obsesionada con la playa.

En general, no debería de importar, porque la gente, hoy en día, vive obsesionada con casi todo.

Pero ellos querían primera línea, querían estar morenos, querían, cuando regresaran a Asturias, presumir de moreno mediterráneo.

Así que cada mañana, a las cinco, el padre salía con la sombrilla y la clavaba como si la arena fuese de piedra. Desplegaba la silla al lado y allí hacía guardia.

Una hora y media después, llegaba la mujer, con ojeras de mapache y un termo de café.

Tomaba el relevo y él iba a ducharse a casa porque el muy cerdo, no tenía tiempo a hacerlo antes.

Mientras, ella se sentaba con sus piernas abiertas mostrando sin escrúpulo forraje para unas cincuenta vacas, el cual debiera estar escondido bajo el vestido de “los chinos” de tela transparente y cubierto por unas amarillentas bragas.

Le daba igual.

Tenía que aprovechar.

Solo quedaban dos días para volver. Cuando él regresara de la ducha, iría a ponerse el bañador.

Pero pasó la hora de siempre.

Tenía ganas de mear, ¡joder! El café es diurético.

Hora y media…

Arrugó el entrecejo: el móvil había quedado en el hotel.

Las ocho.

Llegaban turistas en masa.

Si se iba, tirarían la sombrilla y la silla al agua. Seguro.

¿Qué hacer?

Decidió esperar 30 minutos.

8.35…

Continuará...

Gracias por pasarte. Sueña bonito. 

Foto:Pexels.

LAMENTARÁS...


 

Bajo la luz de la luna

voces formadas sin aire se escuchan

mostrando que el terror no tiene nombre

y que asusta cuando ves el interior vacío de una capucha.

Somos miedo y despertamos monstruos,

que salen de la tumba

en busca de almas impuras,

a su antojo.

No temas si estos versos despiertan en ti temor

esa fue mi intención al escribirlos

deberías saber que casi todo transformo en letra menos el amor

porque ese tiene cuatro letras y yo prefiero dar miedo;

mínimo cinco: temor.

Desde pequeña me gusta lo oscuro, lo siniestro

fantasmas, monstruos, esqueletos, espectros…

Llámalos como gustes, sé que les tienes miedo.

Como la mayoría, a lo desconocido,

a lo que no ves,

a lo que no entiendes,

cuando debieras temerle más

a lo que están haciendo nuestros dirigentes.

Algún día sentirás verdadero miedo

y no a la oscuridad,

a plena luz del día,

te escucharé lamentar y gritar

porque será tarde cualquier rebeldía y modo de evitar

fruto de la cobardía

al fin, verás la verdad.

Muchísimas gracias, como siempre, por dedicar un ratito a mis letras.

Un abrazo y feliz septiembre.

Foto del banco de imágenes Pexels.

VENGANZA


 

Eva es hermana de Ángel.

Él está llamando a la puerta de la casa.

La relación entre ellos se enfrió porque la que fue su novia, tenía un fuerte carácter y no se podía hablar de ciertos temas cuando quedaban. Sus encuentros familiares se convirtieron en momentos molestos.

Eva la dejó hace justo hoy, siete días, cuando ya había comprado la casa y tenía un lugar a donde irse.

Trabaja fuera y no pudo estar a su lado cuando más le necesitaba.

Son huérfanos desde hace casi una década. Sus padres no regresaron, al igual que todos los viajeros del autobús despeñado, de un viaje para personas jubiladas.

Desde entonces, se veían lo que podían. Hasta que Eva comenzó la relación y él a sentirse como fuera de lugar. La bendición llegó cuando por causas laborales, lo destinaron a más de 500 kilómetros.

La chica era y es una manipuladora. Juega con los sentimientos de las personas y su hermana, que aún no había superado la muerte de sus progenitores, a los pocos meses del fatídico accidente, encontró en esa mujer un apoyo que después sería con condiciones.

El problema fue que también era su superiora en la empresa.

Y la guerra comenzó dentro y fuera de casa.

Su hermana adelgazó, perdió toda ilusión por los proyectos que tenía, aparcó su máster… Y un largo etcétera que le tenía carcomido.

Con él no iba a poder.

Volvió a llamar.

Hace treinta minutos que había hablado con Eva por teléfono, lo espera.

Las campanas del timbre resuenan entre las paredes de la antigua casa dándole un lúgubre ambiente.

Cae en la cuenta de que Tor, su perro, no ladra.

Un respingo recorre su espalda de arriba a abajo.

Acerca su mano al pomo de la puerta, y este emite un chirrido cuando lo gira hacia la izquierda y abre. Un olor a humedad le abofetea la cara. Ningún pastor alemán sale contento a su encuentro. Tor lo adora, ¿dónde está?

¿Y Eva?

El acceso es directo al salón, de un oscuro papel granate haciendo filigranas despegado a trozos, en las paredes.

Lo cruza y llega a una cocina desvencijada. Los azulejos están agrietados, algunos en el suelo.

Algo de grasa añeja tiñó de marrón los que están sobre la cocina de carbón.

La suela de los zapatos se pega, es asqueroso.

Con una mueca, pasa por delante de una puertecita, en dirección al pasillo.

Pero se detiene: algo hay ahí abajo, en lo que supone sea un sótano. Da un paso atrás y acerca la oreja a la madera.

Una respiración jadeante.

En la puerta hay un pequeño pasador. Y está cerrado por fuera. Por deducción, no debería haber nada vivo allí adentro.

Su pulso se vuelve más inestable al acercar su mano al oxidado metal.

Continuará...

Mil gracias por leerme ;)

Fotos: Pixabay.