EL SUEGRO
"El suegro". Así llamaban al cabrón que tenía comprada media ciudad y era verdadero dueño de la otra media. Un gangster venido a menos gracias al alcohol, las drogas y las malas compañías. Por supuesto, no tenía familia, solo personas interesadas en el momento. Gordo y fofo con la edad; y aún más estúpido, cada vez fue creyéndose más alguien. Su dinero compraba todo.
Vivía como él quería; sin problemas. Para eso tenía a su servicio varias copias tontas del peor 007 de la historia. Los años fueron pasando y su momento, también. Otros llegaron ocupando su puesto. No era tan necesario tratar los temas con él, la crisis lo alcanzó y perdió muchos negocios; por lo tanto, poder. Y con el poder, su fuente de ingresos y sus mejores hombres. Su maltratado cuerpo comenzó a quejarse, era tiempo de recoger la cosecha de años de siembra.
Su ex mujer vivía, aunque ya lo sabía.
«Se conserva bien», pensó cuando ya no podía estar sin su morfina y ella regresó. Iluso, creyó que donde había habido fuego, habría cenizas. Pero no, ella se inclinó y le besó la frente.
—Estarás en paz conmigo— le susurró mientras le inyectada el vacío en un brazo con una jeringuilla sin contenido líquido.
Días después, la casa se engalanó en honor al dueño. Su ex mujer, una dama elegante, y ya poco recordada, habló en nombre del hombre sentado en la silla de ruedas que tenía a su lado.
—En cuanto lo supe, volví para cuidarlo. Los médicos dicen que vivirá; pero el pobre, ya casi ni habla. Dicen que fue por la impresión de volver a verme. Gracias a todos por asistir, que siga la fiesta.
Foto: Ntnvnc de Pixabay
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