NOVELISTA. AUTORA AUTOPUBLICADA.


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Alex Florentine

EL OJO DE SEJMET...


 


Un haz de luz ilumina la excavación.

El cielo está rojo y los rayos amarillos se vislumbran perfectamente. Como en una tormenta de verano, cuando no hay nubes.

El fuerte viento comienza a traer una especie de ceniza marrón hasta nuestros rostros. Delante de la tolvanera y bamboleándose entre las dunas, los todoterrenos de algunos compañeros avanzan enloquecidos.

Varias personas, con plásticos y tablas, llegan hasta nosotros, que ya nos asemejamos a unas croquetas con generoso rebozado.

Pequeños remolinos de polvo hacen que se nos seque la boca, que se tapone nuestra nariz y que se irriten nuestros ojos.

Los pulmones comienzan a pesar. Dos compañeros tiran de mí.

Los plásticos y tablas ya cubren la fosa y los incipientes huesos, pero no va a ser suficiente. De un manotazo, me suelto y corro por la ladera de la excavación hacia uno de los vehículos. Uno de mis compañeros, corriendo en contraria dirección, con gestos me pregunta qué narices estoy haciendo. No presto atención y se gira, siguiéndome.

Entro al coche y arranco el motor. Él se sienta al lado diciéndome que estoy loca, que en su parte de la excavación desapareció todo.

Estamos ante una tormenta de fuerza descomunal.

¡Comienza a llover!

Los limpiaparabrisas se rompen al momento a causa de la masa color rojizo que cubre el vidrio. No tengo ni idea de por dónde voy a bajar a donde quiero. De repente, nos inclinamos hacia adelante, hacia el vacío. Y caemos.

La defensa del coche toca la arena del fondo y con un sonido lastimero de la carrocería, se desprende. Nuestras cabezas pegan en el techo cuando las ruedas traseras quedan a la altura de las delanteras.

Acelero, patinan.

¡Más despacio!, grita mi compañero no sabiendo dónde colocar las manos por si volcamos.

Lo hago y el coche avanza. Sigo sin ver.

Espero no cargarme el descubrimiento del siglo: un osario, restos humanos, soldados apilados junto con sus lanzas, arcos, escudos y demás armas. Sobresalen los huesos de un felino grande, sobre ellos y con una expresión tal y como si el animal hubiera sido enterrado con vida.

Lo descubrimos por la mañana y el cielo se tiñó de rojo, pero el servicio de avisos no detectó nada.

Gracias a la sombrilla calculo dónde estamos y paro el coche.

La lluvia es roja como la sangre.

El viento arrecia. El coche parece querer levantarse. Dentro, nos abrazamos y cerramos los ojos. Algo impacta contra la ventanilla. Deja una mancha carmín. Más golpes. Algún alarido.

El viento brama.

Son unos diez minutos horribles en los que por fortuna, no salimos volando.

Sentimos un vacío y entreabrimos los ojos. Las ventanillas están teñidas con los colores de las puestas de sol.

A duras penas, abrimos las puertas. Hay como treinta centímetros más de arena sobre el suelo.

Y muchos bultos, como las jorobas de los camellos, como si bajo la arena hubiera un dragón.

Bajo la arena están los cuerpos de los desobedientes, los indiferentes, los que de verdad no protegieron a Sejmet.

Muchas gracias por vuestro tiempo.

Foto: Taryn Elliott en Pexels.

EN CASA


 

 

Dicen, que la vida es un segundo;

yo confirmo que sí,

y que las horas, te llevan a otro mundo.

Cambié el marrón, árido y yermo,

por el verde brillante y el azul eterno.

El calor asfixiante

por el rocío sobre las hojas al amanecer,

por las noches frías

y por poder salir a pasear después de comer.


Subiré montañas y en las playas me bañaré.

Tengo lo que quiero y lo que deseo, lo tendré.

Hija de la gaita

de la lírica cantada,

nunca juego con las rimas aunque escriba bien sencillas.

Eso sí, con las palabras (como con casi todo) hago lo que me da la gana.

 

Foto: Pexels.

Gracias por pasaros.

Estoy de mudanza en mudanza ;)

UN NUEVO TRABAJO (1a PARTE)


 


No hay nada mejor que ser autónomo y trabajar solo.

Cuando me echaron del último empleo vi las cosas muy negras, pero todo es cuestión de adaptación. Me trasladé de ciudad y alquilé un piso bastante bien situado e ideal, grande, como para separar una zona de otra, en una calle secundaria y peatonal. Me dí de alta en el R.E.T.A. y comencé a poner anuncios.

Enseguida conseguí captar clientes: factibles, pero no viables.

La temporada en la que decidí abrir la consulta acompañaba. Corría el mes de mayo y había gran demanda por aquellos tipos de tratamientos y operaciones. Ya sabemos que cuando aparece el sol, las mentes van al unísono y todos quieren arreglar el desperfecto en sus cuerpos, de todo el invierno.

Lo malo fue que al ofrecer mis servicios a un precio más bajo que la competencia, los especímenes eran variopintos. La mayoría no servían. Acaso, para practicar.

Desde que perdí el trabajo hasta que decidí establecerme por mí mismo pasaron unos cuantos años. Al menos en el calendario.

Durante ellos, me dediqué a viajar y a conocer culturas muy diferentes. Aprendí algo en todos los lugares que visité. Sobre todo, de los más recónditos del mundo. Aquellos, en los que la mayoría de los mortales, no pondría un pie. Regrese con la idea en mente y ahora me encuentro llevándola a cabo.

Me aparté de mi familia y amigos. Poco a poco fui haciéndome casi un antisocial. Todo el tiempo del que disponía lo usaba para aprender más y más. Perfeccionarme fue mi propósito. Aunque yo fui y soy una eminencia en mi campo, ello no evitó que me tendieran una trampa y cayera en ella. Con todo lo bueno que soy en mi trabajo, doy fe de que hay personas que también desarrollan a la perfección los suyos. Fue todo muy creíble.

Hasta que me vi inmerso en un expediente, el resultado de un complot contra mí perpetrado por varias personas a las que creía mis amigas.

No tengo familia, pero con aquella trampa representada en mujer creí que formaría una. Creí que me lo daba todo. Creí que su comportamiento era sincero. Nunca imaginé que yo era un trabajo.

Todo lo que me contó fue falso. Me engañó a mí y engañó a mucha más gente. Documentos falsificados: oficiales y no oficiales, nos hicieron creer que aquella persona existía.

Poco después de mi cese, desapareció. O más bien encontró otro trabajo.

¿Lo malo?

Sigo enamorado de ella.

No consigo encontrarla.

Y como no lo consigo, tuve que hacer esto.

CONTINUARÁ...

Gracias por vuestra visita ;).

Foto: Cottonbro en Pexels